

Por qué la pirámide tradicional no nos favorece
La pirámide alimentaria que suelen recomendar (esas con cereales, leche y pasta como base) podría no ser lo ideal. La idea surge de hace solo unos miles de años tras la agricultura, pero durante la mayor parte de nuestra historia hemos comido frutas, verduras, carnes, pescados y huevos, no cereales refinados ni lácteos procesados.
Aunque esta pirámide ayuda a evitar excesos de azúcar y comida ultraprocesada (y es mejor que muchas dietas modernas), se presenta información equivocada: coloca como base lo que nuestro organismo ha visto por menos del 1 % de nuestra evolución .
Por eso, muchos expertos proponen otra forma: una pirámide que respeta el orden evolutivo de nuestra especie, dándole prioridad a lo que comemos primero.
Pirámide real:
Base (lo más importante):
Verduras y frutas ocupan la mayor parte de tu plato todos los días.
Segundo nivel (muy importantes):
Proteínas como pescado, huevos, carne magra equilibran esa base vegetal con elementos esenciales para tu cuerpo.
Tercer nivel (de vez en cuando):
Lácteos (si los toleras), legumbres y cereales integrales úsalos con moderación, sin que sean lo principal.
Cima (poca frecuencia):
Grasas, aceites, dulces y alimentos ultraprocesados solo ocasionalmente.
La pirámide tradicional no refleja nuestra herencia alimentaria y puede llevarnos a comer demasiados cereales y lácteos.
El modelo evolutivo propone, en primer lugar, verduras y frutas; después, proteínas; luego cereales/lácteos; y al final, grasas y ultraprocesados.
En resumen: más naturaleza (verduras y proteínas), menos cereales y lácteos, y casi nada de alimentos procesados.
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